Una vez tenemos una idea para hacer frente al objetivo, en nuestro caso, ODS que queremos contribuir a alcanzar, llega el momento de comenzar a dar forma a la idea.
El proceso de emprendimiento comienza con una idea fundamentada y creativa para un nuevo producto o servicio y culmina con la puesta en marcha del proyecto. Podemos decir que el proceso emprendedor transcurre desde la generación de la idea hasta que convertimos esa idea en una realidad. En el caso que nos ocupa, el del emprendimiento social, nuestro proceso de emprendimiento culminará con la consecución de un determinado impacto positivo en la consecución del objetivo que nos habíamos propuesto.
Este proceso emprendedor no es tarea fácil, más bien todo lo contrario, requiere de la activación de todas nuestras capacidades y del desarrollo de alguna más. Es un proceso que puede ser, a ratos tedioso y a ratos excitante, lo que hace que, para llevar a buen término nuestro proyecto, sea necesaria una gran motivación que nos haga enfrentar con la actitud óptima los obstáculos que seguro aparecerán y aprovechar las oportunidades y ventajas que puedan presentarse. Lo que debemos tener claro es que no podemos lanzarnos a poner en marcha nuestra idea sin llevar a cabo un proceso de reflexión. Un proceso de reflexión que someterá a evaluación a la propia idea tratando de anticipar situaciones que puedan darse, necesidades con las que en un principio no habíamos contado y que hará que nuestra idea se vea reformulada o redefinida de forma que, en muchos casos, la idea resultante será bastante diferente a la inicial.
Tradicionalmente, este proceso de reflexión se llevaba a cabo a través del desarrollo del plan de empresa o plan de negocio. Es muy probable que todos hayáis escuchado alguna vez hablar de esto pero, ¿sabrías explicar lo que es?
Algunas de las definiciones que puedes encontrar en la web son:
- Un plan de negocio es una declaración formal de un conjunto de objetivos empresariales, que se constituye como una fase de proyección y evaluación.
- El plan de negocios es un documento que describe, de manera general, un negocio y el conjunto de estrategias que se implementarán para su éxito.
Podemos decir que es un documento donde el emprendedor recoge todo su conocimiento sobre el proyecto que pretende llevar a cabo y es el resultado del proceso de reflexión del que veníamos hablando. Suele estructurarse en base a:
- la recogida de información o análisis del entorno,
- la definición de las estrategias y,
- análisis de la viabilidad.
En otras palabras, en un primer paso se analiza el entorno, la realidad existente en torno a nuestro proyecto, para después, con la información recogida, plantear las estrategias que creemos ideales y, por último, sopesar y valorar si somos capaces de llevarlas a cabo con los recursos de que contamos y si el negocio es rentable como para asegurar su sostenibilidad.
El desarrollo del plan de negocio es un paso imprescindible en el proceso emprendedor y tiene, al menos, 2 objetivos:
- Reduce el riesgo. Al llevar a cabo el proceso de reflexión sobre nuestra idea y anticipar obstáculos con los que podemos topar estamos preparándonos para ello y por tanto reduciendo el riesgo que siempre implica cualquier proyecto de emprendimiento. Nos da además una idea de la viabilidad real del proyecto.
- Nos hace creíbles. El plan de empresa o de negocio es una prueba de nuestra motivación, de nuestro conocimiento sobre el negocio y de nuestra capacidad de resolución de problemas. Imprescindible para ganarnos la confianza de los inversores o financiadores (bancos, prestamistas, proveedores, etc).
Si prestamos atención a este segundo punto es fácil llegar a la conclusión de que si queremos ganar la confianza de otras personas, el plan debe ser fácilmente comprensible. Con esta finalidad, aunque el plan de negocio no tiene una estructura rígida o estandarizada, sí que suele seguir ciertas pautas comunes en línea con las establecidas más arriba: análisis del entorno, definición de estrategias (que suele hacerse desde cada una de las áreas funcionales de la empresa: económica, administración, marketing, ventas, recursos humanos, contable-financiera), análisis de la viabilidad.
Como decía antes, esta era la forma tradicional de llevar a cabo el proceso de reflexión sobre nuestra idea pero, a mi modo de ver y desde mi propia experiencia, la existencia de un entorno cada vez más cambiante, tanto en las preferencias de los consumidores como en la tecnología disponible, requiere de un planteamiento más ágil y una metodología más flexible para adaptarse a las características y peculiaridades de cada producto o servicio. Los tiempos han cambiado y la forma de reflexionar sobre nuestra idea debe adaptarse. Puedes hacerte a la idea del tiempo que puede requerir la redacción y elaboración de un plan de negocio o de empresa, hablamos de meses como mínimo.
Hoy en día y al ritmo al que evoluciona todo, es posible que nuestra idea esté desfasada o la competencia se nos haya adelantado para cuando hayamos terminado de redactarlo. Por eso os propongo una metodología más actual, Lean StartUp.
NO renunciamos al desarrollo de nuestro plan de empresa, por supuesto que no, pero podemos decir que, de alguna forma, lo dejamos para cuando hayamos probado el producto o servicio que queremos ofrecer.
¿Quieres saber más sobre la metodología Lean StartUp? Aquí puedes.
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