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No, no todas las empresas son iguales.

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El impacto social y ambiental de la actividad económica. La ética empresarial.

El impacto social y ambiental de la actividad económica es un tema que ha cobrado gran relevancia en los últimos años, especialmente en el contexto de la sostenibilidad y la responsabilidad social empresarial. La actividad económica, desde la producción hasta la distribución o el consumo, tiene el potencial de generar efectos significativos en la sociedad y el medio ambiente, tanto positivos como negativos.

Desde un punto de vista ambiental podemos clasificar los efectos o impactos según según su naturaleza y características:

  1. Persistente vs Temporal: Los impactos persistentes son aquellos que tienen efectos a largo plazo en el medio ambiente, mientras que los temporales son de corta duración y el entorno puede recuperarse relativamente rápido.
  2. Reversible vs Irreversible: Un impacto reversible es aquel en el que el medio ambiente puede volver a su estado original una vez que cesa la actividad que lo afecta. Por otro lado, un impacto irreversible conlleva cambios permanentes en el ecosistema.
  3. Directo vs Indirecto: Los impactos directos son aquellos que resultan sin intermediarios de la actividad económica, como la contaminación generada por una fábrica. Los impactos indirectos ocurren como consecuencia de los efectos en cadena de la actividad económica, como la reducción de la biodiversidad debido a la deforestación.
  4. Local vs Diseminado: Un impacto local afecta directamente a la zona donde se lleva a cabo la actividad económica, mientras que un impacto diseminado tiene repercusiones en un área más amplia, a menudo trascendiendo las fronteras geográficas.

En cuanto al impacto social, este se refiere a cómo las actividades económicas afectan a las comunidades y a la sociedad en general. Algunos de los aspectos a considerar son:

  1. Empleo: La creación o destrucción de puestos de trabajo y las condiciones laborales.
  2. Desarrollo comunitario: El impacto en la infraestructura local, la educación y la salud.
  3. Equidad: Cómo las actividades económicas afectan la distribución de la riqueza y las oportunidades entre diferentes grupos sociales.
  4. Cultura: La influencia en las tradiciones, identidades y prácticas culturales de las comunidades.

Es evidente que la actividad económica tiene el poder de influir significativamente en nuestro entorno social y natural, y por ello, es crucial que tanto individuos como empresas tomen medidas conscientes para garantizar un impacto positivo y sostenible en el mundo que nos rodea.

En resumen y como escribía al principio, toda actividad económica, sea producción, distribución o consumo, tiene impacto social y ambiental, sea positivo, sea negativo o los dos de forma simultánea. Son los agentes económicos los que deben hacerse responsables de sus decisiones y de qué otras decisiones desencadenan. Por ejemplo, a la hora de decidir si consumir un donut fabricado con aceite de palma, debo tener en cuenta que se conserve fresco y su chocolate no se derrita tan fácilmente, una parte de la selva indonesia o malasia ha tenido que ser deforestada para producir el aceite de palma necesario. Como consumidor tenemos la potestad de decidir si asumimos el impacto que genera nuestra decisión sobre el resto de la sociedad y el medioambiente, no solo el impacto directo de nuestro consumo, sino el que generarán las decisiones que la empresa tome para satisfacer mi demanda.

Es fácil y muy habitual desentendernos de nuestra responsabilidad y cargarla sobre las empresas o el propio Estado por no regular o prohibir. Pero es un autoengaño, cada uno tiene su cuota de responsabilidad y debería ser tomada en cuenta a la hora de tomar las decisiones.

Sin embargo, el potencial de las empresas de corregir ciertos impacto negativos o potenciar los positivos es mucho mayor que el de los individuos de forma aislada, y es por esta razón que, un público cada vez más exigente y consciente, les demanda formas de producción más sostenibles y responsables. El compromiso de las empresas con estos valores es lo que se denomina ética empresarial. Su compromiso con la sociedad para entender mejor sus impactos y para diseñar estrategias que mitiguen los efectos negativos y potencien los positivos.

En el mundo empresarial actual, la ética no es solo una cuestión de cumplir con las leyes y regulaciones. Va mucho más allá, abarcando la responsabilidad social y el impacto ambiental que las actividades económicas tienen en nuestro planeta y en la sociedad. La ética empresarial se ha convertido en un pilar fundamental para las empresas que buscan no solo el éxito económico, sino también contribuir positivamente al mundo que les rodea.

La adopción de prácticas empresariales sostenibles y responsables es una tendencia en crecimiento que refleja una conciencia global sobre la importancia de actuar de manera ética. Las empresas están reconociendo que sus decisiones pueden tener consecuencias a largo plazo y que es crucial considerar el bienestar de las personas y el planeta. Esto se traduce en estrategias que incluyen desde la reducción de la huella de carbono hasta el apoyo a las comunidades locales.

La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) es un concepto que encapsula esta idea, instando a las empresas a actuar de acuerdo con principios y políticas que generen un impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente. Esto puede incluir iniciativas como programas de reciclaje, mejoras en las condiciones laborales, y apoyo a proyectos sociales y educativos.

Las actividades de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) o Responsabilidad Social Corporativa (RSC) son cada vez más comunes. Las empresas están invirtiendo en recursos renovables y fomentando la participación del personal en la gestión de residuos, lo que ayuda a minimizar su huella de carbono y a crear una cultura corporativa más consciente del medio ambiente.

Pero por desgracias, son también muchas las empresas que dejan a un lado la ética empresarial y no toman en consideración los impactos que generan o, si lo hacen, deciden ignorarlos. ¿Qué podemos hacer nosotros como consumidores? Lo primero es tenerlo en cuenta a la hora de tomar nuestras decisiones de consumo. Y luego, informarnos y hacer que se sepa para que cada vez más gente lo tenga en cuenta a la hora de decidir a qué empresa compramos los bienes y servicios que necesitamos.

Por ahí vamos a empezar. Te animo a llevar a cabo la actividad de investigación que llevaremos a cabo en clase.

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A otra cosa mariposa ...

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