La inflación tiene unos costes reales, que dependen básicamente de dos factores: su magnitud y que esta sea o no esperada.
En el caso de una inflación prevista o esperada, las instituciones de la economía tienen cierta capacidad de adaptación para afrontarla por lo que los costes se reducen a:
- “Coste de suela de zapatos”. En alusión al desgaste de los zapatos debido a esos desplazamientos adicionales que tienen lugar cuando las personas intentan evitar mantener dinero en efectivo. Hace referencia, por tanto, al aumento de los costes de transacción que supone la inflación elevada.
- “Coste de cambio de menú”. Coste derivado de tener que cambiar los precios a menudo.
- “Costes de unidad de cuenta”. Son los costes que surgen por el hecho de que la inflación convierte el dinero en una unidad de medida menos fiable.
En el caso de una inflación imprevista o no esperada, surgen efectos adicionales que implican costes asociados. Efectos como son:
- Ineficiencia en la asignación de recursos. La inflación supone una distorsión en el sistema de precios por lo que será imposible realizar la asignación de recursos eficientemente.
- Distorsión sobre los impuestos y redistribuciones arbitrarias de la renta. La inflación puede suponer un salto de franja impositiva en impuestos progresivos. Por otro lado, la inflación tiende a aumentar la carga impositiva sobre el ahorro.
- Genera incertidumbre, lo que dificulta la planificación del gasto y la inversión a medio plazo. Puede provocar la sobreinversión en existencias por parte de las empresas al mismo tiempo que desalentar la inversión a medio y largo plazo.
Aunque la inflación es en general perjudicial para una economía, existirán grupos de población que se verán más perjudicados que otros. Se verán más perjudicados los asalariados, pensionistas o ahorradores, que verán disminuir su poder adquisitivo hasta que sus rentas nominales puedan ser actualizados.
Otro grupo perjudicado por la inflación serán los acreedores, frente a los deudores, que verán aminorar el valor real de su deuda. Así pues, un Estado endeudado podrá verse beneficiado por la inflación en este sentido.
También se verán beneficiadas las empresas dedicadas a la importación, frente a las dedicadas a la exportación, que verán como aumentan sus ventas incentivadas por los precios más competitivos en el exterior.
Merece una especial mención el impacto que la inflación y su control implican sobre el empleo. La inflación anticipada o esperada produce un estímulo en el consumo y la inversión y por tanto un aumento de la producción que eleva la contratación y reduce la tasa de desempleo. William Phillips, analizando series estadísticas de la economía británica probó esta correlación negativa entre las tasas de inflación y de desempleo el crecimiento de los precios y la disminución de la tasa de desempleo. R. Solow y P. Samuelson asumieron la investigación de Phillips encontraron consistencia en sus propuestas analizando series de la economía estadounidense respecto de los años 60.
El análisis de esta relación inversa es de gran importancia puesto que supone un conflicto entre dos de los objetivos prioritarios de política económica de forma que, luchar contra la inflación supone agravar el desempleo, y viceversa.