Econococo

Los emprendedores son la fuerza motriz de la innovación y el cambio en el mundo empresarial y social. Poseen un conjunto único de cualidades y habilidades que no solo les permiten identificar oportunidades donde otros ven obstáculos, sino también transformar esas oportunidades en realidades tangibles. ¿Pero qué hace exactamente a un emprendedor? ¿Qué lo diferencia? ¿Nace o se hace? Veamos algunas de esas cualidades y cómo se pueden desarrollar.

1. Orientación al logro y perseverancia

La orientación al logro en el emprendimiento es la habilidad de fijar metas y objetivos y perseguirlos con determinación, superando obstáculos y aprendiendo de los fracasos. Es un enfoque psicológico que impulsa a los individuos a superar desafíos y alcanzar sus metas con una motivación intrínseca y desarrollando habilidades y competencias constantemente.

Desarrollar una orientación al logro no es algo innato; es una habilidad que se puede fortalecer con la práctica, afrontando pequeñas batallas inicialmente, sin intentar ganar la guerra. Los pequeños logros ayudan a conseguir grandes objetivos. Piensa, por ejemplo, cómo te comerías un elefante. Mucha gente dirá inmediatamente que es imposible comerse un elefante. Una persona orientada al logro dirá que poco a poco. Desde luego, si te planificas bien y lo divides por partes, seguro que te lo puedes comer.

Decía Henry Ford que el fracaso es la oportunidad para volver a intentarlo más inteligentemente. Una máxima que seguramente le ayudó a conseguir el éxito de Ford Motor Company después de haber fracasado en dos proyectos previos de fabricación de automóviles.
Y así es, muchas veces la meta no es equivocada, sino la estrategia elegida para conseguirla, y esos requiere de cierta perseverancia.

2. Iniciativa

Es anticiparse y proponer acciones novedosas aunque se carezca de pautas o referencias para actuar, la actitud permanente de actuar cuando se presenta la ocasión sin esperar órdenes o instrucciones. La esencia de la iniciativa está en actuar sin que nadie nos lo indique u ordene. Implica estar atento a la ocasión de actuar y actuar.

La iniciativa es tan clave en el emprendimiento que puede ser un sinónimo. Una persona con iniciativa se anticipa y actúa con antelación a que la situación lo demande con urgencia, está atento a las necesidades del entorno para actuar cuando la situación lo pide. Las personas con iniciativa actúan incluso más allá de sus obligaciones o solicitan permiso para actuar.

Puede ocurrir que la iniciativa se frene por hábitos que limitan tu orientación a la acción, como la tendencia a analizarlo todo en exceso, una falta de prioridades claras o la tendencia a ser demasiado perfeccionista con los resultados. Puede que se deba a causas ajenas a tu propia voluntad, como la falta de capital o de los apoyos necesarios para llevar adelante el negocio. Una forma de estimular la iniciativa es analizar sobre el papel el coste-beneficio de tus decisiones, pero por tiempo limitado, y tomar una decisión cuando el balance sea claro.

3. Afán de superación y aprendizaje

La curiosidad es un rasgo de la personalidad de muchos emprendedores. Si eres de los que siempre están buscando nuevos retos, si disfrutas aprendiendo e intentas superar continuamente tus metas, tienes ahí una de tus mejores fortalezas.
 La curiosidad del empresario sirve para encontrar nuevas soluciones a problemas, nuevas líneas de negocio, nuevos mercados e, incluso, para poner en marcha nuevas empresas completamente diferentes entre sí.

El aprendizaje está muy relacionado con el conocimiento de uno mismo y la capacidad para aceptar las críticas. En este sentido, el primer paso para mejorar es aceptar que no lo sabes todo. Aprende a identificar las creencias que limitan tu visión de las cosas y asume tus errores. Si no lo haces, no hay aprendizaje posible. La rutina es otra de las principales trampas para mejorar la capacidad de aprendizaje. Hacer las cosas siempre de la misma forma suele dar los mismo resultados, por lo que a veces es bueno experimentar jugando a hacer las cosas de una forma más ocurrente. Alimenta tu curiosidad.

4. Autoconfianza

“Si crees que puedes como si crees que no puedes, en ambos, casos tienes razón”. Esta conocida frase de Henry Ford refleja muy bien la importancia que tiene en el éxito o fracaso de un negocio la autoconfianza de sus promotores. La confianza en las capacidades de uno mismo para superar los retos propuestos es imprescindible. Pero no hay que confundirlo con el inocente optimismo, sino que debe partir del análisis de nuestras propias limitaciones para proponerse objetivos realistas y alcanzables.

Por lo tanto, la autoconfianza se aprende empezando por mejorar el conocimiento de uno mismo. Es bueno detenerse a analizar en qué se han basado nuestros éxitos y fracasos, para detectar dónde están los límites. Muchas personas no confían en sí mismos porque no saben quiénes son, caen en el derrotismo y dependen mucho de la opinión de quienes les rodean.

Y no olvides que la autoconfianza se refuerza con los éxitos logrados. Atrévete a asumir retos y celebrar su consecución identificando las causas que lo permitieron.

5. Autocrítica y responsabilidad

No es un error lo que define a un emprendedor, sino qué hace con él. Con esto quiero decir que los errores son de lo más habitual, y no determinan la capacidad emprendedora de una persona. Lo que sí es determinante y te define es qué haces con esos errores, ¿Encuentras la parte que te corresponde? ¿Aprendes del error? ¿Te haces cargo de resolverlo? Esto es clave en el emprendimiento, una equilibrada autocrítica y la asunción de las consecuencias de nuestras decisiones refuerzan el aprendizaje basado en la experiencia y lo aceleran. Y no solo eso, refuerza un liderazgo auténtico.

6. Asunción del riesgo

Todos los emprendedores tienen una fuerte orientación a asumir riesgos, de lo contrario, no darían nunca el paso definitivo. Pero la tendencia a asumir riesgos puede ser algo negativo si no va acompañado de cierta habilidad para evaluarlo y medirlo. Muchos emprendedores se limitan a analizar la inversión económica que van a realizar y se olvidan del riesgo personal y familiar que implica esta decisión, de la renuncia a la seguridad económica que proporciona el sueldo mensual o del sacrificio personal y familiar que exige dirigir un negocio.

7. Comunicación y persuasión

Un buen comunicador tiene la habilidad de transmitir información de forma efectiva, de expresar lo que quiere decir y excluir todo aquello que no quiere decir. Un buen comunicador no solo emite información , sino que también la recibe, y debe ser igual de efectiva. Un buen comunicador tienen también ciertas dotes de persuasión, que no significa manipular a los otros en tu propio beneficio, sino cierta relación de confianza y en eso, la credibilidad es la clave.

8. Dotes de negociación y resolución de conflictos

La negociación y resolución de conflictos son habilidades cruciales en el mundo del emprendimiento. Estas competencias no solo ayudan a los emprendedores a manejar desacuerdos internos, sino que también son fundamentales para mantener relaciones saludables con socios, clientes y proveedores.

La negociación efectiva implica la capacidad de comunicarse claramente, comprender las necesidades de todas las partes y buscar soluciones que beneficien a todos los involucrados. No se trata solo de ganar una discusión, sino de encontrar un terreno común donde todos puedan prosperar. Por otro lado, la resolución de conflictos va más allá de la negociación, abordando las causas subyacentes de los desacuerdos y trabajando hacia una solución duradera.

En el contexto del emprendimiento, estas habilidades son aún más valiosas. Los emprendedores a menudo enfrentan situaciones de alta presión y toma de decisiones rápidas, donde los conflictos pueden surgir fácilmente. Tener la capacidad de resolver estos conflictos de manera efectiva puede ser la diferencia entre el éxito y el fracaso de una empresa.

9. Liderazgo

Liderar un equipo o una empresa no es lo mismo que limitarse a decirle a cada empleado lo que tiene que hacer. Es saber involucrar a los demás en un proyecto común asumiendo la responsabilidad de ponerse al frente. Es la capacidad de un individuo para guiar, inspirar y motivar a un equipo hacia la consecución de metas y objetivos comunes. Liderar es conseguir que las cosas sucedan a través de la acción de otras personas.

Las claves del liderazgo en el emprendimiento incluyen la capacidad de comunicar efectivamente la visión del proyecto, promover un ambiente de trabajo colaborativo, y fomentar la autonomía y la responsabilidad entre los miembros del equipo. Además, un líder emprendedor debe ser capaz de influir positivamente en su entorno, generar cambios significativos y construir relaciones sólidas con su equipo y stakeholders. Implica un desarrollo muy elevado de las competencias de autogestión, motivación y colaboración.

10. Flexibilidad y resiliencia

Cambios en el mercado, innovaciones tecnológicas, modificaciones legislativas… Como emprendedor debes tener muy claro que cuando tienes una visión de un negocio y te dices ‘ése es mi camino’, pasado mañana te puede haber cambiado el mercado y tienes que adaptarte.

La flexibilidad es una actitud tolerante y favorable al cambio. Adaptarse a los cambios en distintas situaciones, pudiendo trabajar con distintas personas o grupos y en distintos ambientes, la gestión positiva del cambio, etc. implican una mente abierta, una capacidad de aprendizaje y disposición al cambio, así como tolerancia y respeto genuino a los demás. Significa saber cambiar sin perder tu identidad.

11. Creatividad y resolución de problemas

Como dice Eduardo Mendoza, uno de mis escritores favoritos, “un problema deja de serlo si no tiene solución”. Me lleva a pensar que solo debo afrontar problemas que estén a mi alcance, que pueda aspirar a resolver, y no dispersar mis esfuerzos. Un emprendedor suele tener cierta habilidad para centrarse en los problemas a su alcance y desarrollar soluciones creativas. De forma similar a lo que escribía en el punto 5 de autocrítica y responsabilidad, lo que define a un emprendedor no son los problemas a los que se enfrenta, sino que hace con ellos. Un emprendedor pone en marcha toda su creatividad en la búsqueda de una solución y no le vale cualquiera. A menudo consiguen convertir un problema en una ventaja frente a otros a través de esas soluciones creativas que les ponen un paso por delante.

12. Capacidad de planificación y organización

La planificación es clave para anticiparse a las necesidades, a los problemas, a los conflictos que puedan surgir. Planificar es un ejercicio de anticipación y exige cierta imaginación para visualizar diferentes escenarios, diferentes decisiones y sus virtuales consecuencias. Un buen planificador anticipa los recursos necesarios para las metas que se plantea. Un buen organizador los coordina de la forma más eficaz para la consecución de esas metas.

Es importante dedicar tiempo a planificar el largo, medio y corto plazo, y respetar las planificaciones aunque con cierta flexibilidad en su cumplimento. Es igual de importante reflexionar sobre las prioridades y recursos disponibles antes de actuar.

Podríamos añadir alguna más. ¿Qué opinas? ¿Se te ocurre alguna al margen de las mencionadas? Déjame un comentario con tu propuesta.

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