El concepto de economías de escala está estrechamente relacionado con el de rendimientos de escala, utilizado por primera vez por Adam Smith en su archiconocida obra de 1776, “La Riqueza de las Naciones”, en la que hace referencia a las ganancias en eficiencia conseguidas a medida que aumentaba el tamaño o escala de la planta de producción. Dichas ganancias de eficiencia se reflejan en mejoras de la productividad de los factores, lo que facilita que se alcancen economías de escala, esto es, reducción del coste unitario o coste medio por el mejor aprovechamiento de los recursos utilizados. De esta forma, podemos definir las economías de escala como los ahorros de costes que una empresa experimenta cuando aumenta su producción.
El caso opuesto son los rendimientos de escala decrecientes, que generan deseconomías de escala, en otras palabras, ineficiencias que surgen con el aumento de tamaño de la empresa que provocan reducciones en la productividad y por tanto aumentos en el coste medio.
Razones que justifican la existencia de economías de escala
Las mejoras en eficiencia que surgen a medida que la empresa aumenta su tamaño pueden ser, entre otras, las siguientes:
- Especialización y división del trabajo. En grandes plantas, la producción es fácilmente compartimentada en tareas simples y repetitivas lo que, a priori, produce incrementos de productividad. Smith lo plantea en su obra a través del ejemplo de una fábrica de alfileres.
- Indivisibilidades. Algunos recursos productivos tienen unas dimensiones mínimas que requieren una escala mínima de producción para su aprovechamiento. Es el caso de las cosechadoras en las explotaciones agrícolas, cuyo uso solo es eficiente si se alcanza un mínimo de superficie cultivable.
- Principio del contenedor. Este término se acuñó para hacer referencia a la relación existente, superior a la unidad, entre volumen y superficie en las instalaciones productivas, de forma que incrementos en la superficie instalada generan incrementos de capacidad productiva más que proporcionales.
- Economías organizativas. Con el aumento de escala pueden unificarse áreas transversales como la administración, reducir mandos intermedios o compartir espacios de almacenamiento.
- Aprovechamiento de subproductos. Un ejemplo bastante gráfico son las virutas de jamón que se comercializan en algunas cadenas de alimentación, que no dejan de ser un subproducto cuyo aprovechamiento solo es posible gracias al alcance de una determinada escala de producción.
- Economías financieras. Es muy probable que una empresa obtenga mejores condiciones de financiación y reduzca sus costes a medida que aumenta su escala.
- Mayor distribución de los gastos generales. a medida que aumenta el volumen de producción determinados gastos generales de la empresa se distribuye entre un mayor número de unidades de producto, lo que reduce el coste medio.
Razones que justifican la existencia de deseconomías de escala
Cuando la empresa aumenta su escala o tamaño pueden surgir ineficiencias como las que mencionó a continuación:
- Descoordinación. La mayor complejidad en la comunicación y coordinación, así como el distanciamiento de la función directiva, pueden ser origen de problemas de coordinación.
- Desmotivación de los trabajadores. La excesiva especialización y división del trabajo puede provocar que el trabajador pierda la visión de su aportación en el global de la empresa y se sienta “alienado”, en palabras de Marx.
- Deterioro de las relaciones laborales. El aumento de tamaño y la división del trabajo pueden provocar cierta deshumanización o despersonalización de los equipos de trabajo que termine por promover rivalidades o comportamientos corporativistas.
- La mayor interdependencia entre áreas de la empresa el efecto arrastre de los problemas que puedan darse en alguna de ellas.