El tema de la inflación y su relación con la producción y el empleo ha sido tradicionalmente objeto de acalorados debates entre economistas de diferentes escuelas de pensamiento económico. Ello ha llevado a que exista una multitud de teorías explicativas que podríamos agrupar en tres tipos:
- las que consideran que el origen de la inflación se debe a un exceso de demanda, la denominada inflación de demanda.
- las que consideran que los problemas se originan por el lado de la oferta, inflación de costes.
- las que consideran que la causa de la inflación está en los desajustes sociales, inflación estructural.
Teorías de la inflación de demanda.
Estas teorías defienden que los aumentos de precio vienen provocados por la presión que ejerce la demanda agregada. Aunque dos escuelas tan antagonistas como keynesianos y monetaristas coincidieron en la importancia de la demanda en la subida de los precios, lo achacaron a mecanismos de propagación bien diferentes.
Desde la perspectiva monetarista la inflación está originada principalmente por un exceso de demanda provocado por el crecimiento incontrolado o sorpresivo de la cantidad de dinero en circulación, lo que hace aumentar las disponibilidades líquidas de todos los agentes en general y por tanto presiona al alza todos los componentes de la demanda agregada. Responsabilizan de ello a los gobiernos, por la que consideran una errónea política monetaria. Consideran que la oferta es prácticamente inelástica por lo que los excesos de demanda se ajustan exclusivamente vía precios.
Gráficamente se interpreta como un desplazamiento a la derecha de la curva de demanda agregada frente a una oferta agregada vertical. El nuevo equilibrio se produce mediante un aumento de los precios. Esta teoría no alcanza a explicar aquellas situaciones en las que se produce inflación sin un previo aumento de la masa monetaria.
Desde la perspectiva keynesiana, los incrementos en el nivel general de precios se originan por desplazamientos de la demanda agregada en una economía que se encuentra en una situación de pleno empleo de los factores. Por tanto, la magnitud de la inflación dependerá del nivel de recursos desempleados, determinante en la elasticidad de la oferta. Así, si nos encontramos en un nivel de producción lejano al nivel de pleno empleo, los incrementos de demanda son absorbidos íntegramente en incrementos de producción, mientras que, en niveles cercanos al pleno empleo o producción potencial, los incrementos de demanda agregada llevan consigo aumento simultáneo de producción y precios. Desde este punto de vista no se alcanza a explicar las situaciones de estanflación, en las que se produce inflación en una economía estancada y con niveles de desempleo. Precisamente esta falta de capacidad para explicar la estanflación de los 70 en EEUU fue razón para el auge de nuevas propuestas por parte de la que se llamó Nueva Economía Clásica o Nueva Macroeconomía.
Teorías de la inflación de costes.
Estas teorías justifican los episodios de inflación a partir del encarecimiento de los factores productivos, sean salarios, materias primas o el coste del capital. Gráficamente puede interpretarse como un desplazamiento de la curva de oferta agregada a la izquierda dado que, a un determinado nivel de precios, las empresas estarán dispuestas a ofertar una menor cantidad puesto que han visto reducidas sus expectativas de beneficio.
O visto de otra forma, las empresas generalmente establecen sus precios de venta siguiendo el método de fijación “Mark-up”, según el cual los precios se establecen fijando un margen de ganancia sobre la estructura de costes. Ello supone que cualquier encarecimiento inicial en una partida de esa estructura repercuta en el precio.
Algunos autores señalan que afirmar que el crecimiento de los precios se debe al aumento de algunas partidas del coste empresarial, no es sino una forma de señalar a los aumentos salariales como los causantes de la inflación. Hay que señalar que para que los aumentos salariales supongan un aumento efectivo de los costes han de ser mayores a las ganancias de productividad de los trabajadores, ya que de otra forma los aumentos de costes se compensarían por los aumentos de rendimientos del trabajo.
En esta línea, la explicación más habitual de la inflación de costes se centra en la idea de que los sindicatos tienen un poder de monopolio sobre el factor trabajo mediante el que pueden conseguir mejoras salariales en proporción superior a lo que haya aumentado la productividad laboral, lo que obligará a las empresas a subir los precios para mantener su rentabilidad, reduciendo el salario real de los trabajadores que responderán reivindicando nuevas subidas de salario. Se conforma así la llamada espiral salarios-precios.
Otra explicación similar es la de la llamada espiral salarios-salarios. Según ésta, los trabajadores están preocupados especialmente por mantener su posición relativa con respecto a los demás trabajadores y ramas industriales. Si en algunas empresas los incrementos en la productividad laboral permiten a los trabajadores conseguir mejoras salariales notables, los trabajadores del resto de las empresas o ramas productivas tratarán de obtener las mismas mejoras mediante una mayor agresividad sindical.
Otras teorías aluden a la falta de competitividad en algunas industrias que permite a las empresas aumentar su margen de beneficio aumentando los precios. O en otros casos, donde un aumento de los costes financieros lleva a las empresas con altos niveles de endeudamiento a defenderse repercutiéndolos al precio de venta.
Y, por último, la subida de los costes puede venir del incremento en el precio de las materias primas, y mucho más si son tan transversales como el petróleo. Sirva de ejemplo su brusco aumento de precio con la formación de la OPEP, que provocó altas cifras de inflación a nivel internacional, no solo por la importancia del petróleo en un sistema totalmente dependiente de esta fuente de energía, sino por el efecto arrastre que provoca de una industria a otra a través de los productos intermedios y las diferentes fases de producción.
Teorías de la inflación estructural.
Según estas teorías, la inflación contemporánea es generada por desajustes inherentes a la forma en que se regula y organiza la producción y el consumo en las economías de mercado. La teoría estructuralista de la inflación fue desarrollada por un grupo de economistas latinoamericanos a partir de 1950, en base al análisis económico e institucional de sus propios países, países con baja renta per cápita donde era difícil explicar la subida de precios a través de los excesos de demanda.
En estos países, comúnmente en vías de desarrollo, se producen cuellos de botella o estrangulamientos en determinados sectores que repercuten sobre los demás. La inflación no está causada por un “exceso de crecimiento” sino precisamente por su insuficiencia. En algunos sectores económicos la demanda es muy inelástica, y el insuficiente desarrollo y pequeño tamaño de las economías impide que esa demanda sea satisfecha internamente por lo que aparece una fuerte dependencia del exterior. Las subidas de precios en los mercados internacionales de estos productos no conducen al aumento de la producción interna o la disminución de la demanda, sino que se traducen directamente en presiones inflacionistas.
Otro tipo particular de estrangulamiento tiene lugar en el sector agrario debido a los desfasados sistemas de propiedad y de explotación de la tierra. En este caso el problema no está en la falta de elasticidad de la demanda sino en la rigidez de la oferta. La producción agrícola es muy inelástica respecto a los precios. El crecimiento de la población urbana en Latinoamérica y el consecuente aumento de la demanda de productos alimenticios y agrícolas no se traduce por tanto en aumentos de producción sino en aumentos de precios.
También han surgido teorías de corte estructural tratando de explicar la inflación en países desarrollados, con frecuencia de mano de economistas de pensamiento liberal, que señalan que la intervención estatal ha generado un conjunto excesivo de reglamentaciones que encarece la gestión de los intercambios y los planes de producción, además de la disminución de la eficacia que deriva del libre funcionamiento de la oferta y la demanda.
Otros autores de influencia marxista destacan que la estructura de los mercados capitalistas favorece la concentración de capital y con ello aumenta la capacidad de las empresas para influir sobre sus precios. Así, se señala la rigidez de los precios agrarios; el aumento de los precios de intermediación comercial generados por un proceso de especialización y concentración del sistema de comercialización.