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El mercado de trabajo, un mercado muy especial

El mercado de trabajo, un mercado muy especial

El mercado de trabajo, un mercado muy especial

El mercado de trabajo es un ecosistema dinámico y en constante evolución, donde convergen diversas fuerzas económicas, sociales y tecnológicas. A diferencia de otros mercados, el mercado laboral no solo se rige por la oferta y la demanda, sino también por factores como la educación, la legislación laboral y las tendencias culturales locales y globales.

Sabemos que la Economía estudia la forma en que las sociedades y los individuos que las componen emplean los recursos escasos de que disponen para producir bienes y servicios que satisfagan sus necesidades. Uno de los los recursos productivos es precisamente el trabajo, el esfuerzo humano físico e intelectual aplicado a la producción de bienes y servicios. Las familias que ceden tu trabajo a las empresas reciben a cambio una remuneración en forma de salario y es esta renta la principal fuente de ingresos de los hogares, renta que se empleará en consumir bienes y servicios así como a financiar los gastos públicos, a través de los impuestos.

El trabajo es, pues, una variable económica con una intensa trascendencia a nivel microeconómico (individual) y a nivel macroeconómico (agregado), y un funcionamiento incorrecto del mercado de trabajo siempre acarrea consecuencias y genera impactos directos sobre la población: baja masa salarial, baja productividad, desempleo, etc.

En este artículo, exploraremos las peculiaridades que hacen del mercado de trabajo un ámbito único y complejo que, además, requiere de una atención especial por su impacto directo en el bienestar de la sociedad. Si analizamos las características del mercado de trabajo desde el enfoque de la competencia perfecta que explicaba en este artículo,

  • Información imperfecta. La competencia perfecta asume que todos los participantes tienen información completa y perfecta sobre el mercado. Sin embargo, en la realidad, la información es a menudo incompleta o asimétrica. Los empleadores y empleados no siempre tienen acceso a toda la información relevante sobre salarios, condiciones laborales y oportunidades de empleo.
  • Heterogeneidad de los trabajadores. La competencia perfecta considera la homogeneidad de los bienes y servicios intercambiados, y extiende esta homogeneidad al factor trabajo. Nada más lejos de una realidad en la que cada persona ofrece su trabajo, su esfuerzo físico e intelectual, con diferencias notables en capacidades, conocimientos, experiencia o motivaciones, lo que complica su sustitución.
  • Barreras de entrada y de salida. Mientras que la competencia perfecta considera que no existen barreras de entrada ni de salida, y que por lo tanto todos los recursos productivos, y entre ellos los trabajadores, pueden ser empleados en unos u otros usos productivos, la realidad es que los trabajadores necesitan siempre una formación y capacitación antes de llevar a cabo un cambio de empleo. Deben asumir unos costes tanto explícitos como implícitos en términos de tiempo, esfuerzo o renta. Incluso puede que esta capacitación no sea posible dadas las diferencias individuales en términos de cualidades, competencias, carácter, etc. Sea como sea, el trabajador tiene una movilidad limitada por factores como la geografía, las habilidades específicas y las barreras legales o contractuales.
  • Concentración de poder. Uno de las condiciones de competencia perfecta era la atomización del mercado, de forma que ningún agente tuviera la capacidad de influir en los precios o cantidades de intercambio. La realidad es que las empresas, en parte debido a la concentración de capital, tienden a acumular poder aspirando en muchos casos a convertirse en monopolistas como productores de bienes o monopsonistas como empleadores de trabajadores.
  • Intervención gubernamental. La competencia perfecta asume un mercado sin intervención gubernamental más allá de la protección de la propiedad privada. La realidad es que un mercado como el laboral, tan importante para el bienestar de la sociedad, es un objetivo de política en sí mismo. Los desequilibrios de poder entre los empleadores, las empresas, y los empleados, los trabajadores a menudo llevan a situaciones abusivas en las que el trabajador suele ser el más perjudicado. Es, por esta razón, un mercado ampliamente intervenido con amplias regulaciones y derechos y obligaciones establecidos para cada una de las partes en el intercambio en el mercado.
  • Rigidez de salarios. En la condiciones de competencia perfecta los precios se ajusta libremente para alcanzar un equilibrio. En el mercado de trabajo, el precio de intercambio, que no es otro que el salario, suele estar sometido a un contrato de trabajo que a su vez se somete a convenios colectivos o regulaciones como el Salario Mínimo Interprofesional.
  • Factores no monetarios. En competencia perfecta, puesto que los bienes dentro de un mismo tipo son homogéneos, todos nos satisfacen de la misma forma, la única preocupación es el precio. Sin embargo, en el mercado de trabajo, los trabajadores valoran otros factores como la seguridad laboral, las condiciones de trabajo, el equilibrio entre vida laboral y personal, y las oportunidades de desarrollo profesional. Son los salarios no monetarios.

A estas peculiaridades del mercado de trabajo podemos sumar otros dos aspectos que ya mencioné anteriormente: el impacto tanto a nivel microeconómico como a nivel macroeconómico, y que .

A nivel microeconómico, siendo el salario la fuente principal de renta de la mayoría de las familias, contar con un empleo de cierta estabilidad y con un salario decente, es determinante para la capacidad de las familias para adquirir los bienes y servicios con los que satisfacer sus necesidades. No contar con trabajo y estar desempleado, o tener un sueldo demasiado bajo implica tener necesidades insatisfechas, en muchos casos primarias. Recordemos por ejemplo las cifras de pobreza energética en España. No tener un trabajo estable, por otro lado, dificulta planificar el gasto e invertir en vivienda, por ejemplo.

A nivel macroeconómico, el desempleo supone alejarnos de la frontera de posibilidades de producción dado que no se están empleando todos los recursos disponibles. Pero además, en lo que a las cuentas públicas se refiere, tiene un doble y negativo impacto:

  • Disminuye los ingresos públicos. Puesto que no se pagan rentas, tampoco se generan impuestos como el IRPF, y como la gente no puede consumir, tampoco se recauda en forma de IVA.
  • Aumenta el gasto público. A tener más desempleados hemos de pagar más prestaciones y subsidios por desempleo, lo que vacía las arcas del Estado detrayendo recursos que podrían ser destinados, por ejemplo, a inversión pública.
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