En este otro artículo ya os hablaba del modelo económico ideado por Alfred Marshall para entender las dinámicas que tienen lugar en los mercados, la conocida “tijera de Marshall”. Un modelo económico que, por definición, es una representación simplificada de la realidad. Dicha simplificación se realiza recurriendo a una serie de supuestos, las condiciones de competencia perfecta. Estas condiciones ilustran un tipo ideal de mercado que los economistas clásicos imaginaron, pero sin precisar sus características, y que los neoclásicos, a finales del siglo XIX, se encargaron de desarrollar.
Así es, el modelo de Marshall se basa en un mercado ideal que funciona bajo las siguientes condiciones:
- Solo intervienen familias y empresas, ya que se presume que la intervención del Estado se considera innecesaria y contraproducente.
- El mercado está atomizado. Atomizado hace referencia al número y tamaño de oferentes y demandantes que operan en el mercado. Es necesario que intervengan en él multitud de compradores y vendedores, de manera que ninguno de ellos pueda influir individualmente sobre el precio de mercado del producto, ni sobre la cantidad ofrecida o demandada.
- El producto es homogéneo, es decir, bienes y servicios idénticos, o que satisfagan las mismas necesidades sin diferenciación.
- No deben existir barreras que impidan la entrada o la salida del mercado para cualquier productor u oferente que desee entrar en ese negocio.
- Toda la información relativa al mercado debe ser transparente; es decir, debe llegar a todos los productores y consumidores.
Vamos a explicarlo en mayor detalle en las siguientes líneas.
1. Mercado atomizado. Numerosos compradores y productores.
Este es un requisito básico, pues garantiza que ninguno de ellos pueda influir sobre el precio de mercado del bien o servicio de que se trate, sino que el precio de intercambio es el resultado de la confluencia de las intenciones de compra y de venta de cada uno de los agentes.
Si tenemos un gran número de oferentes y demandantes, las cantidades ofrecidas o demandadas por cada oferente o demandante son insignificantes en relación con las cantidades ofrecidas y demandadas en la globalidad del mercado, por lo que los cambios realizados por alguno de ellos no tendrían un impacto significativo sobre el equilibrio del mercado.
De esta forma, cada uno de los participantes en el mercado no tendrán otra opción que comportarse como precio-aceptantes.
2. El producto es homogéneo. Idéntica capacidad para satisfacer la misma necesidad.
Este supuesto asume no debe haber ninguna diferencia alguna entre los bienes o servicios ofrecidos, es decir, son homogéneos, y por lo tanto al consumidor le debe dar lo mismo comprar a uno u otro productor. Si esto es así, en el caso de que un productor pusiera el precio por encima del establecido por el mercado, los consumidores dejarían de comprarlo y desplazarían su demanda a otro productor.
3. Ausencia de barreras de entrada y de salida.
Si la producción de un determinado bien resultaba muy interesante acudirán muchos empresarios atraídos por los posibles beneficios; si por el contrario las circunstancias lo hacían poco interesante, se reduciría seguramente su oferta, por el traslado de estos a negocios más rentables.
Sin embargo, en los mercados, generalmente existen numerosas barreras de entrada para empresas y empresarios entre las que podemos destacar:
- Las ventajas absolutas de costes. Se producen cuando las empresas que ya están en el mercado han establecido técnicas de producción que les permite producir a un menor coste de lo que cualquier nuevo empresario podría conseguir, cuando menos a medio plazo. Es lo que habitualmente ocurre con empresas del sector de la automoción, telecomunicaciones, electrodomésticos, maquinaria, etcétera. Son sobre todo aquellas cuyo sistema de producción es intensivo en capital y por tanto conllevan importantes costes fijos. En muchos de estos casos las empresas han alcanzado economías de escala, lo que les ha permitido minimizar sus coste medios. ¿Cuántos empresarios se atreverían a entrar en el mercado de la fabricación de vehículos y competir en precio y calidad con las grandes marcas existentes?
- Requisitos elevados de capital. Representan una barrera de entrada definitiva para empresas en sectores como la banca, las telecomunicaciones o la energía eléctrica. Piensa en el capital necesario para montar una central hidroeléctrica o una central nuclear. En estos mercados, evidentemente, la competencia continuará siendo reducida.
- Las ventajas en la diferenciación del producto. Es habitual que las empresas ideen y lleven a cabo estrategias para diferenciar sus productos de los demas competidores, conseguir que los consumidores perciban su producto como diferente a los de los demás, y que estos piensen que solo su marca es capaz de satisfacer la necesidad que como buscaban satisfacer. A veces esta diferenciación es tan fuerte que las empresas ya establecidas tienen una ventaja enorme sobre los potenciales competidores. Han conseguido fidelizar a los clientes de tal forma un empresa que quisiera entrar en el mercado encontraría una barrera de entrada infranqueable.
- Posibles restricciones legales. En este ámbito podemos destacar, por un lado, las patentes que protegen los productos que algunos productores han desarrollado. Por otro lado tenemos las concesiones de explotación que permiten a una empresa desarrollar un negocio en condiciones de exclusividad. Un buen ejemplo es la cafatería del instituto o la universidad. Muchas empresas se encargan de prestar en exclusiva estos servicios a los ciudadanos, porque así se lo han concedido ayuntamientos, comunidades autónomas, etc.
4. Informatión completa y transparente.
Hace referencia a que tanto oferentes como demandantes cuentan con información perfecta, es decir, completa y transparente. Disponer de información transparente para todos los productores y consumidores supone que todos ellos tienen datos relativos a ese mercado (precios, competidores, tecnología necesaria para producir, métodos de fabricación, capacidad de satisfacción de su propia necesidad, etc.) sin ningún coste.
Bajo estos supuestos, y asumiendo la perfecta racionalidad de los agentes económicos, Marshall y en general toda la escuela Neoclásica defendían que él mercado proveía de asignaciones de recursos eficientes, es decir, que cada recurso terminaba siendo utilizado en su uso más adecuado generando situaciones en las que ningún agente podía mejorar su situación sin empeorar la de otros.
Para cerrar, merece la pena recordar que los supuestos de competencia perfecta son eso, supuestos de de simplificación para trabajar con un modelo económico. Un mundo ideal que permite hacer ciertas extrapolaciones a nuestro mundo real pero donde topa con los conocidos Fallos del Mercado que estudiaremos en esta otra publicación.