La economía tiene como objeto de estudio el comportamiento humano en la toma de decisiones encaminadas a satisfacer sus necesidades en un contexto de escasez de recursos. Para la satisfacción de dichas necesidades llevará a cabo las actividades económicas de producción y consumo, entre las cuales ha de llevarse a cabo necesariamente un intercambio, de bienes y servicios y de factores productivos, ambos a cambio de su equivalente monetario. Ese equivalente monetario no deja de ser el precio de intercambio que, en las economías basadas en el mercado como sistema de asignación, viene determinado por la más o menos libre confluencia de la oferta y la demanda de los diferentes agentes económicos.
Estos precios de intercambio no son estables en el tiempo sino más bien todo lo contrario, son el vehículo de ajuste del propio mercado. Sin embargo, con cierta frecuencia los precios suben de forma generalizada en una economía dándose episodios de lo que llamamos inflación. Se define inflación como una subida generalizada y sostenida de los precios en una economía. Generalizada en el sentido de que debe afectar a un número importante de los bienes y servicios generalmente consumidos en una economía y, sostenida, que debe prolongarse en el tiempo. Quedan excluidas, por tanto, de esta definición, un alza circunstancial en los precios, o si esta no afecta de forma general a todos los bienes y servicios producidos. El caso opuesto a la inflación es el fenómeno conocido como deflación, en el que lo que tiene lugar es un descenso de los precios en lugar de un aumento. Pero no es lo mismo que la desinflación, que tiene lugar cuando los precios siguen subiendo pero a un ritmo menos de los que lo venían haciendo, es decir, cuando la inflación frena.
El caso es que la subida de los precios supone una pérdida de poder adquisitivo de los agentes económicos y esto, podemos entender, que supone un gran impacto sobre el bienestar de la sociedad. En algunos casos, el fenómeno de la inflación escapa de control y alcanza niveles tan extremos como la hiperinflación en la Alemania de Weimar o recientemente en Venezuela. No es de extrañar por tanto que su control sea considerado un objetivo prioritario en la política económica en manos del BCE, que tiene como objetivo su contención en el 2%.
Tipos de inflación
Es habitual distinguir entre diferentes tipos de inflación según su magnitud:
- Hiperinflación: incremento de precios muy elevado y generalizado (de dos dígitos) que supone una gran pérdida de poder adquisitivo y altos niveles de incertidumbre.
- Inflación galopante: el crecimiento de precios es tan elevado que el dinero deja de utilizarse, puesto que el que acepta dinero no podrá comprar con este poco tiempo después (incluso el mismo día) la misma cantidad de bienes y servicios. Por lo tanto, se buscará oro u otras divisas en lugar de la moneda del país. Esta situación suele venir asociada a problemas políticos (rebeliones o guerras).
- Inflación moderada: Por debajo del 10%. Es una subida de precios moderada o tolerable y puede tener un efecto positivo a corto plazo sobre la producción de bienes y servicios, y por lo tanto sobre el empleo. Piensa que las empresas tienen incentivos para invertir en stocks o existencias y beneficiarse de las subidas de precio. Las familias también pueden verse incentivadas a anticipas compras que pensaban hacer más adelante. No obstante, un inflación moderada exige tomar precauciones para evitar que se descontrole.
El caso más llamativo es el de la hiperinflación, que supone un verdadero reto a la sostenibilidad del sistema y suele generar gran descontento en la población, por lo que puede ir acompañado de importantes cambios políticos. Un caso que me gusta recordar es el de la hiperinflación alemana de 1923, aunque en este vídeo que os dejo podéis ver que el record absoluto lo sufrieron los húngaros. Ojo a las cifras.
La hiperinflación alemana de 1923 es un episodio histórico fascinante que tuvo profundas repercusiones en la sociedad y la política de la época. Este fenómeno económico se desencadenó por una combinación de factores, incluyendo las reparaciones de guerra impuestas por el Tratado de Versalles que dio fin a la 1ª GM y la emisión excesiva de papel moneda sin respaldo en oro por parte del gobierno de la República de Weimar.
Los precios se dispararon a niveles astronómicos, lo que llevó a situaciones donde una barra de pan podía costar miles de millones de marcos, y el dinero perdía su valor tan rápidamente que los trabajadores recibían su salario dos veces al día para poder hacer frente a los gastos básicos antes de que se devaluara aún más. La clase media alemana fue particularmente afectada, perdiendo sus ahorros y su poder adquisitivo casi de la noche a la mañana.
Este caos económico creó un caldo de cultivo para el descontento y la agitación política, lo que eventualmente facilitó el ascenso del Partido Nazi al poder. La hiperinflación es un claro ejemplo de cómo las crisis económicas pueden tener consecuencias políticas de largo alcance y alterar el curso de la historia. Te dejo un vídeo sobre este episodio histórico.