En otra publicación os hablaba del mundo ideal que implicaban los supuestos de la competencia perfecta y en el que se basaba el modelo de Marshall y, en general, el marco teórico de la escuela neoclásica. En esa misma publicación ya os advertía de las insalvables distancias de este modelo económico con la realidad vigente, y son esas distancias las que abordamos en este artículo a través del estudio de los fallos del mercado. Recordemos que, en ese mundo ideal, el mercado generaba asignaciones de recursos eficientes. Sin embargo, rara vez los mercados por sí solos conducen a la eficiencia económica y eso justifica, para muchos economistas, la intervención del Estado en la economía con el fin de resolver los fallos o situaciones indeseadas por la sociedad.
Pero vayamos paso a paso. ¿Qué se considera un fallo del mercado? Un fallo es una consecuencia negativa del funcionamiento del mercado y se produce cuando este no es eficiente en la asignación de los recursos disponibles. En definitiva, los principales fallos del mercado son:
- La inestabilidad de los ciclos económicos.
- La existencia de bienes públicos.
- Las externalidades.
- La competencia imperfecta.
- La distribución desigual de la riqueza.
Veámoslos a continuación en más detalle y reflexionemos sobre cómo puede intervenir el sector público para tratar de corregirlos o, al menos, mitigarlos.
1. Inestabilidad de los ciclos económicos.
La existencia de ciclos económicos que alternan fases de auge y depresión son inherentes a las economías bajo la coordinación del mercado. Estos ciclos son fluctuaciones del nivel de producción de manera que se suceden en el tiempo épocas de crecimiento económico y alta ocupación (empleo), con tiempos de crisis y crecimiento del desempleo y la pobreza.
Los economistas de corte no tan liberal defienden que el Estado intervenga para amortiguar y mitigar los efectos de estos ciclos sobre la población utilizando instrumentos de política fiscal (impuestos y subvenciones) y de política monetaria (manejado la cantidad de dinero y tipos de interés). Puedes ampliar la información sobre este fallo del mercado en este artículo.
2. Existencia de bienes públicos.
Un bien público es aquel cuyo consumo:
- No es rival (puede ser consumido simultáneamente por una gran cantidad de personas, sin que por ello disminuya la satisfacción de cada una de ellas. Un faro que orienta el tráfico marítimo, por ejemplo.
- No excluible, es decir, no puede excluirse de su disfrute a quien no pague por el mismo. Un ejemplo es el aire fresco o la luz del propio faro que mencionábamos. No podemos evitar que la luz sea visible para el que no pague por este servicio.
Ante este tipo de bienes el mercado no ofrece una respuesta. Recordemos que el mercado es el lugar o mecanismo de intercambio y este tipo de bienes no son intercambiables puesto que nadie pagaría por un bien que no es excluible. ¿Qué empresa estaría interesada en producir uno de estos bienes si no puede cobrar por ellos? ¿Cómo se financian entonces? ¿Quién realiza su provisión?
Al igual que en el apartado anterior, hay mucho economistas que defienden que sea el Estado el que intervenga para que, utilizando su poder coactivo, recaude impuestos entre los familias y empresas para financiar la provisión de este tipo de bienes. Sencillamente, su provisión no sería viable través del mercado.
3. Las externalidades.
Son los efectos positivos o negativos para la sociedad que se originan como consecuencia de la producción o el consumo de bienes o servicios y que no vienen contemplados en el precio. Estas pueden ser de dos tipos:
- Externalidades de producción. Aquellas que se originan con el propio proceso de producción de determinados bienes o servicios. Pueden ser, a su vez, positivas si generan un beneficio social, o negativas, si lo que provocan es un perjuicio o coste social. Imaginemos una macro granja porcina. ¿Pagaremos el filete de cerdo más caro para compensar la pestilencia que soportan las personas que viven en las cercanías de la granja? No lo creo. Es, por lo tanto una externalidad negativa de producción.
- Externalidades de consumo. Aquellas provocadas por el consumo de los bienes o servicios. De nuevo pueden ser positivas o negativas. Si yo me vacuno contra la gripe genero un beneficio social puesto que freno la transmisibilidad del virus y reduzco el contagio a mis personas cercanas. Sin embargo, si fumo en una terraza de un bar, generaré un perjuicio a la salud y comodidad de la gente que me rodea. Ni el beneficio social que genero al vacunarme supondrá un descuento en el precio que pago por la vacuna, ni pagaré mi bebida en la terraza más cara para compensar el perjuicio que genero en el resto de clientes. Son consideradas, por esta razón, externalidades.
El mercado no da respuesta a estas externalidades, puesto que no son consideradas en la determinación de los precios ni por tanto en las cantidades que en este se intercambian. Entra de nuevo en juego el papel de la intervención estatal buscando, de un lado, incentivar aquellas actividades económicas que generen impacto sociales positivos (con subvenciones por ejemplo), y desincentivar aquellas actividades que generen un perjuicio o coste social (con impuestos o regulaciones). Puedes ampliar la información sobre este fallo del mercado en este artículo.
4. Competencia imperfecta.
Uno de los supuestos de la competencia perfecta es la atomización de los agentes, es decir, que eran numerosos y de pequeño tamaño de forma que no tenían capacidad para influir de forma directa en los precios y cantidades de equilibrio del mercado. Fuera de este mundo ideal, lo habitual es que, sobre todo productores, alcancen excesivo poder en el mercado. Se dan casos como de monopolio, oligopolio, etc. Ya Adam Smith escribía en su “Riqueza de las Naciones”:
People of the same trade seldom meet together, even for merriment and diversion, but the conversation ends in a conspiracy against the public, or in some contrivance to raise prices.
Adam Smith – The Wealth of Nations, Book I, Chapter X.
Traducido al español sería algo como: “Los comerciantes del mismo gremio rara vez de reúnen, incluso para entretenimiento y diversión, sin que la conversación termine en una conspiración contra el público, o en alguna estratagema para aumentar los precios.” Y así es, por diversas razones, los oferentes encuentran incentivos para llegar a acuerdos e influir en los precios o la producción perjudicando a los consumidores que no pueden adquirir las cantidades de bienes deseadas ni, en muchos casos, en las mejores condiciones. En el siguiente cuadro se resumen algunas de las formas que puede adquirir la competencia imperfecta:

Como ya indicamos anteriormente, los Estados intervienen en estos mercados para proteger al consumidor con normativa y legislación que preserve la competencia. Puedes ampliar la información sobre este fallo del mercado en este artículo.
5. Reparto insatisfactorio de la riqueza.
La actuación de los mercados rara vez conduce a un reparto equitativo de la riqueza, más bien todo lo contrario. Lo habitual es que determinados agentes vayan ganando en tamaño y control, y cada vez acumulen más riqueza. Solo tenemos que echar un vistazo al tamaño de las empresas tecnológicas de hoy en día. El valor en bolsa de Apple equivale al PIB de Egipto, Sudáfrica y Kenia juntos. Dicho de otra forma, una empresa que tiene el tamaño de 3 países de cierta importancia. Siendo la reducción de desigualdades un objetivo de las sociedades actuales, las intervenciones de las administraciones públicas estarían justificadas. Puedes ampliar la información sobre este fallo del mercado en este artículo.